Más novedoso fue subir hasta esa torre, la cual lleváis años viendo desde abajo y hasta ahora no conocíais su secreto. El sistema que utiliza es como si de un submarino se tratase. Unas lentes colocadas en la terraza superior reflejan al interior de la habitación oscura imágenes en movimiento tan sorprendentes como ésta:
Las vistas desde el balcón volado son también espectaculares: la Isla de la Cartuja por su proximidad con los dos puentes, la Basílica de la Macarena y el Parlamento Andaluz, las parroquias mudéjares de la Calle San Luis y Calle Feria, al fondo las nuevas Setas de la Encarnación e incluso a lo lejos el puente del Quinto Centenario que parece que atraviesa la Catedral. La potencia de estas lentes dejan ver los detalles de la ropa tendida en casa de los vecinos, la suciedad en la parte superior del puente de la Barqueta, las luces de los semáforos, los aviones llegando al aeropuerto, los coches por la carretera hacia Mérida...
Éstas son algunas de las caras de sorpresa de los/as alumnos/as de los grupos del martes y del jueves, tanto del interior de la habitación donde se reflajaban las imágenes, como del balcón exterior con la impresionante vista de Sevilla.
Esta torre del siglo XIX ha sido recuperada con acierto para su disfrute instalando este "telescopio" en la parte superior. Se ha dotado de un ascensor para facilitar el acceso a la parte alta. Hoy día, sigue conservando ese sabor de arquitectura industrial, además puede comprobarse el aire y la corriente que entra por cada una de las ventanas, que servía para enfriar los perdigones, que en su caída libre, desde los más alto a lo más bajo iba transformándose en esas pelotitas.
Espero que lo hayáis disfrutado recordándolo.
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