Comenzamos la visita desde la Puerta de Campanilla y, por un acceso que hay junto a la pintura mural del San Bartolomé de Pérez de Alesio, subimos por escalera de caracol y comprobamos la firma de los canteros. Los canteros firmaban la piedra para poder cobrar los trabajos. Una vez arriba, a 10 metros de altura y sobre la Capilla de San Andrés, nos explicaron el sentido de la visita y vimos las trazas o monteas que realizaban los maestros mayores (arquitectos) para levantar los elementos arquitectónicos. Interesantes también la utilización de los lucernarios para levantar en la planta inferior rejas, retablos y otras piezas.
La climatología sevillana permite hacer terrazas, frente a la arquitectura gótica más típica de cubiertas a dos aguas, para que resbale la nieve y no ponga en evidencia el peso de las bóvedas. También estas terrazas planas en la catedral de Sevilla permitió levantar en altura el siguiente cuerpo. Asi que, subimos unos 15 metros más.
Después cruzamos el crucero, pasamos por las naves laterales, casi tocando las vidrieras y volvimos a subir 10 metros más. Llegamos al punto más alto que íbamos a subir, pero no el más alto de todo. La nave central mide 35 y el cimborrio 40 metros. Asi que nos quedamos a 35 metros de altura. Una pasada.
Desde aquí las cubiertas son distintas, ya no son planas al exterior, sino que pueden contemplarse la forma de los nervios interiores de la bóveda de crucería. Curioso fue, cuando el guía contó que las riñones de las cubiertas eran rellenados de vasijas, puestas boca-abajo o de lado (para que no se llenasen de agua o cualquier otra cosa) y luego echaban mortero para hacer la terraza plana. Vasijas y no otro elemento, porque éstas son huecas y no pesan, no ponen en peligro el techo. A esta altura, ya no se necesitaba elevar más el edificio, por tanto, por qué gastar dinero en el relleno.
Sobre la Puerta de la Anunciación se observa la Avenida de la Constitución como desde ningún otro lugar. Y ya desde aquí, por un acceso se llega al "triforio", para recorrer la nave principal de la iglesia pero ya desde su interior. Qué distinto se ve todo desde arriba! Te fijas más en el rosetón y en las vidrieras, que por cierto tienen un programa iconográfico muy rico de contenido salvífico, pasando del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento. Pones más interés en el Calvario que hay a los pies de la iglesia. La solería es preciosa. Las bóvedas estrellas son impresionantes y la cantidad de detalles que no se divisa desde abajo en el cimborrio. Y lo más espectacular el Retablo Mayor, lo bien que se ve la viga con el apostolado y la Piedad, como también el popular Cristo del Millón.
Buen broche de oro para cerrar el curso, aunque aún quedan algunas visitas extras.
Desde aquí, quiero agradeceros a todos los que habéis subido, pero en particular, por su esfuerzo y costancia a Mariluz. Mariluz, cada día me sorprendes más. Ojalá todos tuviésemos un poquito de esa fuerza de voluntad que le pones a las cosas.
